Christian Gray, el profesor que hizo historia: marcó el empate ante Boca y puso a Auckland City en la memoria del fútbol mundial

 

Ni en un guion de Netflix. Christian Gray, un profesor de educación física que dicta clases en Nueva Zelanda y que apenas cobra 90 dólares por semana como futbolista, escribió una de las historias más insólitas y emotivas del Mundial de Clubes 2025. Con un cabezazo impecable, le marcó un gol a Boca Juniors y le dio al Auckland City —un equipo semiprofesional— un empate histórico que eliminó al gigante argentino del torneo.

El partido, jugado en Nashville (EE. UU.), parecía un trámite para los de azul y oro. Boca necesitaba golear a los neozelandeses y esperar una caída del Benfica ante el Bayern Múnich para clasificar a octavos. Pero lo que ocurrió fue completamente opuesto: el único gol xeneize fue un autogol, y el empate llegó por obra de un docente que pidió vacaciones para jugar al fútbol.

Gray, de 28 años, no vive del deporte. Da clases en dos colegios de Auckland, y cuando su jornada termina, se entrena junto a sus compañeros: peluqueros, ingenieros, limpiadores de piscinas y vendedores de celulares. Solo entrenan dos veces por semana y reciben viáticos por representar al club. A pesar de ello, se plantaron con orgullo ante uno de los clubes más grandes de América y salieron con la frente en alto… y un millón de dólares en el bolsillo gracias al empate.

“Es surrealista. Es el momento más importante de mi carrera. Lo más grande es hacer feliz al club”, dijo Gray tras ser elegido el jugador del partido.

Pero lo de Christian va más allá del fútbol. Es un ejemplo de esfuerzo silencioso. Cuando regrese a su escuela, sus alumnos no solo verán a un profesor con autoridad: verán a un héroe local. Alguien que demostró que incluso desde una cancha escolar y sin flashes, se pueden vivir noches inolvidables.

El tanto de Gray no solo fue el primer gol del Auckland City en el torneo (venían de perder 10-0 ante el Bayern y 6-0 contra Benfica), sino también una bofetada de realidad para un Boca que no supo imponerse ante jugadores que apenas pueden entrenar entre semana.

En medio de la tormenta, con el Benfica clasificando y Boca cayendo en la tabla, el cabezazo del profesor neozelandés pasó a la historia como una lección inolvidable: el fútbol aún tiene espacio para los sueños imposibles.