Han pasado cinco décadas desde aquella tarde del 28 de octubre de 1975, cuando la Selección Peruana de Fútbol escribió una de las páginas más gloriosas de su historia al conquistar la Copa América, un título que quedó grabado en la memoria colectiva del país como un símbolo de unión, talento y orgullo nacional.
El camino hacia la gloria no fue sencillo. Perú integró el grupo junto a Chile y Bolivia, dos selecciones de peso en Sudamérica. El debut fue en Santiago, donde los dirigidos por Marcos Calderón empataron 1-1 ante los mapochinos con gol de, Percy “Trucha” Rojas. En la revancha, el Estadio Nacional de Lima fue testigo de una noche mágica: 3-1 a favor del Perú, con un gol de chalaca memorable de Juan Carlos Oblitas, una de las jugadas más recordadas en la historia del fútbol nacional.
Después, la Bicolor viajó a Oruro para enfrentar a Bolivia. Ni la altura ni el frío detuvieron a los peruanos, que se impusieron 1-0 gracias a Oswaldo “Cachito” Ramírez. En el encuentro de vuelta, en Lima, Perú repitió el dominio y ganó 3-1, confirmando su pase a semifinales con autoridad.
En semifinales, el rival fue nada menos que Brasil, un gigante continental. Aunque ya no contaba con Pelé ni con las estrellas del Mundial de México 70, el “Scratch” mantenía una plantilla poderosa con figuras como Raúl, Nelinho, Piazza, Palinha y Roberto Batata.
Pero aquella noche en Belo Horizonte, el Perú dio una lección de fútbol. Con un equipo ordenado y letal, la Blanquirroja venció 3-1 en el Mineirao con goles de Teófilo Cubillas y Enrique Cassaretto (2). La hazaña fue histórica, aunque en Lima Brasil se tomó revancha con un 2-0. La igualdad global llevó la serie a un sorteo, y el destino representado por una simple bolilla decidió que Perú avanzara a la final.
En la definición del título, el rival fue Colombia, un equipo revelación que había sorprendido al continente. En el primer duelo en Bogotá, los cafeteros ganaron 1-0, dejando la serie abierta. En la revancha en Lima, Oblitas y Ramírez marcaron los tantos de la victoria por 2-0, obligando a un tercer partido en campo neutral: Caracas, Venezuela.
El Estadio Olímpico fue testigo de una batalla intensa. Teófilo Cubillas falló un penal, pero el destino tenía reservado un héroe inesperado: Hugo “Cholo” Sotil, figura del Barcelona, quien no había disputado ningún partido del torneo por decisión de su club. Sin embargo, se escapó para jugar la final, y lo aprovechó al máximo.
Sotil aprovechó un rebote en el área y fusiló al arquero Pedro Zape. Gol, gloria y desahogo. Perú campeón de América. El país entero se volcó a las calles, los abrazos fueron interminables y el nombre del “Cholo” quedó inmortalizado.
Una herencia que no se olvida
Cincuenta años después, la gesta de 1975 sigue siendo un faro de inspiración. Aquel equipo con Cubillas, Sotil, Oblitas, Ramírez y Cassaretto no solo ganó una Copa, sino que representó lo mejor del espíritu peruano: talento, coraje y unidad.
En tiempos donde las victorias escaseaban, el Perú del 75 enseñó que la grandeza se construye con identidad. Medio siglo después, su legado sigue vivo en cada hincha que vibra con los colores rojo y blanco.
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