Paolo Guerrero, el eterno capitán y símbolo de la garra peruana, a sus 40 años, finalmente cumple un sueño largamente anhelado: vestir la camiseta de Alianza Lima, el club que siempre llevó en el corazón.
Esta unión no es solo la culminación de una carrera que ha dejado huella en el fútbol peruano e internacional, sino también un tributo a su fidelidad y pasión por los colores blanquiazules.
El camino hasta aquí no fue fácil. A pesar de los contratiempos administrativos y el vínculo que mantenía con la Universidad César Vallejo, Guerrero demostró, una vez más, que su determinación no tiene límites. Se liberó de las ataduras y, con la misma fuerza que lo caracterizó en cada partido con la selección, ahora se enfoca en su último gran desafío: llevar a Alianza Lima a lo más alto y despedirse del fútbol por la puerta grande.